NO FUE PENAL: UNA JUGADA EN DOS TIEMPOS

«Te adoro, te odio y te necesito, Pepe. Es un milagro.
A veces la amistad se parece al fútbol».
—Juan Villoro

Como saben los que saben, el domingo 02 de junio fue de elecciones nacionales y locales en la República Mexicana y como buena ciudadana poblana comprometida con la democracia, asistí a votar. Después, como premio —más de consolación que de celebración— fui a Profética y me compré el libro No fue penal: Una jugada en dos tiempos de Juan Villoro.

SINOPSIS

No fue penal ofrece dos versiones de una misma jugada. En forma dramática, ese lance une a dos amigos que el destino convirtió en enemigos. El Tanque dirige un equipo que descenderá a segunda división si pierde el partido. Desde su pequeña prisión de director técnico, enfrenta algo más que el marcador: su futuro y su pasado están en juego. Con la garganta hecha trizas, lucha contra la torpeza de sus propios jugadores y las decisiones del árbitro. Mientras tanto, es observado por Valeriano Fuentes, el examigo con el que compartió una tragedia que cambió sus vidas y que ahora está a cargo de la implacable justicia del VAR.

Durante años, Juan Villoro, ganador del Premio Internacional Manuel Vázquez Montalbán por Dios es redondo, ha escrito crónicas y ensayos de fútbol. Esta vez se sirve de dos narraciones complementarias para contar una historia sobre la pasión deportiva, la hermandad y sus rivalidades, y para explorar la condición teatral de quienes intervienen en el juego desde fuera de la cancha.

Las jugadas polémicas dependen de quien las mira. No fue penal pone en escena una desconcertante condición del deporte: lo que para unos es legítimo, para otros es un agravio. El partido se detiene y la acción es revisada por el VAR. ¿Cuál será la sentencia? Dos historias muy distintas explican ese inquietante momento de decisión.

RESEÑA

Esta novela corta, de 97 páginas, me encantó y como ya es costumbre, la prosa de Juan Villoro hace que me guste más y más y más el fútbol.

No fue penal: Una jugada en dos tiempos cuenta la historia en dos voces de los personajes Pepe López Martínez, el Tanque —un mal jugador, pero apasionado del fútbol que termina siendo director técnico— y Valeriano Fuentes, el héroe trágico —un delantero estrella que no disfruta del deporte y al que una lesión lo obliga dejar la cancha—.

La pluma de Juan Villoro marca muy bien el estilo y el lenguaje de los protagonistas y sus historias se van entrelazando entre el segundo tiempo del partido decisivo y sus vidas; cómo se conocieron, cómo llegaron a ser mejores amigos, cómo llegaron a jugar fútbol profesional y cómo se retiraron, cómo se convirtieron en enemigos que se debían sin deber,  y cómo ambos se aferraron al fútbol como al dolor que alguna vez causó placer. Todo con una mezcla cómica de deporte, fe, pasión, amargura y fanatismo que le da carnita a la narración, a los dos destinos.

(((Por supuesto, Juan Villoro no dejó pasar la oportunidad para rememorar una de las eliminaciones más dolorosas para la afición y seleccionados mexicanos: el partido de octavos de final contra Holanda en Brasil 2014))).

FRASES FAVORITAS DEL LIBRO

  • La única jaula sin rejas de este mundo es el área técnica, el pedacito de pasto para el entrenador, mi oficina, la oficina del dolor. ¿A quién se le ocurre trabajar aquí? Es una cárcel al aire libre.
  • Un estadio vacío es un infierno, eso que ni qué.
  • Ya se tocó el pechito: donde la gente normal tiene el corazón, los árbitros tienen tarjetas.
  • Entrenamos con la garganta, pero nadie nos oye. El área técnica es como el espacio exterior: aquí nadie puede oír tu grito.
  • Era tan bueno que le tenía que ir mal. Al destino no le gusta la perfección, no en este país.
  • El VAR solo sirve para enfriar las jugadas. Anotas un gol y saltas como loco, pero todo se suspende. Si te conceden el gol dos minutos después ya no te emocionas. No puedes recalentar la pasión.
  • El destino siempre ha sido muy mamón.
  • Creo en Dios y sé que él inventó el dribling. No es algo que se te ocurra, lo puedes hacer porque alguien te dio ese don. Las fintas no se entrenan, los regates no se entrenan, te los da Dios.
  • Si eres futbolista y sales jadeando de la cancha, a nadie le preocupa que digas pendejadas para explicar que México no es Brasil y tú no eres Pelé.
  • ¿Qué podía hacer Dios ante esto? Lo más normal es que concediera un empate. Pero Dios es caprichoso, da lecciones que no entendemos.
  • Hay dos tipos de fanáticos, los que actúan por amor al equipo y los que actúan por odio al rival. Los segundos son los más temibles, también los más importantes.
  • Tiene buena mano para las plantas. Es algo con lo que se nace, como la habilidad para chutar al ángulo; eso no se entrena.
  • A veces la amistad se parece al fútbol.

La verdad es que si aman la relación entre fútbol y literatura, tienen que leer sí o sí a Juan Villoro. Que, por cierto, una frase suya me inspiró para escribir 90 minutos.

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